Antes de entrenar o de hacer una actividad física, es necesario realizar una entrada en calor. Este concepto alude a los movimientos que se llevan a cabo con la intención de minimizar la rigidez de los diferentes músculos y de incrementar el flujo sanguíneo, dos cuestiones que reducen el riesgo de lesión.

Existen diferentes tipos de entrada en calor. Hay una entrada en calor general, que sirve como etapa previa de cualquier clase de ejercicio físico. En este caso, se realiza un trote suave y continuo y se movilizan las articulaciones para optimizar el nivel de flexibilidad.

Otros tipos de entrada en calor, en cambio, apuntan a entrenamientos específicos. En el caso del fútbol, por ejemplo, tras la entrada en calor general, suelen llevarse a cabo ejercicios en contacto con la pelota (el balón) para que el cuerpo se vaya adaptando a los movimientos que el futbolista llevará a cabo durante el partido. Es importante tener en cuenta que la entrada en calor también tiene relevancia psicológica, al permitir que el atleta se introduzca poco a poco en la actividad que desarrollará, en breve, con mucha intensidad.

Puede decirse que la entrada en calor general busca el crecimiento del potencial del cuerpo en cuanto a su funcionamiento, mientras que la entrada en calor específica apunta a lograr el vínculo óptimo entre las actividades desarrolladas por el sistema nervioso central (SNC) y el ejercicio que se está por llevar a cabo. Por eso no es igual el tipo de entrada en calor que realiza un tenista que aquel que desarrolla un basquetbolista, por citar dos deportes diferentes.