Desde hace un tiempo, en los medios de comunicación y en el universo de las redes sociales el concepto de emprendedor tiene un gran protagonismo. Según la definición general, es emprendedor todo individuo que, sin importar la tarea que inicie o el campo donde se desempeñe, lleva adelante con valentía, persistencia y buenas ideas proyectos que le permiten superar situaciones azarosas o dificultosas.
En este marco adquiere relevancia la figura del emprendedor social, quien impulsa la creación de asociaciones u organizaciones que no necesariamente poseen fines comerciales sino que también pueden surgir emprendimientos de carácter político, cultural, cívico, etc.
Ya de manera más puntual, podemos analizar el perfil de distintos emprendedores para, en base a sus rasgos predominantes, poder enmarcarlos en la categoría que mejor los defina.
Así, entonces, individualizamos al emprendedor vocacional (quien tiene vocación por hacer realidad toda clase de emprendimiento), al emprendedor oportunista (aquel que sabe detectar y aprovechar cada oportunidad de negocio que se presenta ante sus ojos), al emprendedor visionario (ve más allá del presente, por eso se involucra en negocios e ideas vanguardistas para marcar tendencia), al emprendedor empresario (más que planificar, le gusta consolidar sus negocios, ir a lo seguro) y al emprendedor intuitivo (tiene espíritu de empresario nato, por eso sabe apuntar hacia donde está cada negocio).
Además de ellos, existen también los emprendedores persuasivos (tienen el don de convencer a otros y conservar las convicciones), los emprendedores inversionistas (proponen ideas novedosas para hacer rentables sus inversiones) y los emprendedores especialistas (muy técnicos y especializados, no se distraen con cuestiones que los alejan de sus objetivos concretos).