Las notas, escritas a máquina o de letra y puño (manuscritas), que se desarrollan para dedicarle algo a alguien se conocen como dedicatorias.

Las jóvenes que realizan una fiesta para celebrar sus primeros 15 años de vida, por ejemplo, acostumbran tener un libro o mural con foto en gran tamaño para que los asistentes plasmen allí alguna dedicatoria.

Al obsequiar un libro, asimismo, se suele incluir una dedicatoria especial. Un escritor, por describir un caso habitual, suele regalarle ejemplares de sus obras a amigos o familiares incluyendo en una de las páginas una dedicatoria personalizada: también puede crear dedicatorias genéricas para lectores que asisten a firmas de libros. Cualquier amante de la lectura que regala una obra puede, a su vez, dejar una dedicatoria: “A mi hija, con amor, mamá” es un ejemplo de esto.

Los futbolistas, por su parte, son otros generadores de dedicatorias. En este caso, tras hacer un gol, ser elegidos como el “jugador más sobresaliente del partido” o ganar un campeonato, pueden utilizar las cámaras de televisión para hacer alguna dedicatoria. “Este gol se lo dedico a mi hijo que me está mirando desde casa” o “Le dedicamos este triunfo a todos los simpatizantes del equipo” son alguna de las dedicatorias deportivas más comunes.

Los artistas, al ganar un premio, también suelen hacer dedicatorias. Hay clásicos de siempre en todos los rubros como el destinado a las propias familias (“Este galardón se lo dedico a mi amor, Pablo, y a mi hija Julieta”) y dedicatorias especiales que no tardan en tener repercusión mediática (“Le dedico este reconocimiento a todos aquellos que no creyeron en este proyecto”).