Investigar las definiciones y aplicaciones de la idea de cerco permite descubrir numerosas categorías que diversifican al término y brindan la posibilidad de hacer alusión a múltiples cuestiones.
La expresión “cerco de jareta”, por ejemplo, es sinónimo de traíña, concepto que describe a una red de dimensiones considerables destinada a rodear y trasladar un banco de sardinas con dirección a la orilla.
Los cercos de los artrópodos, en cambio, son apéndices que se localizan en la zona abdominal de los insectos. Estas estructuras pueden clasificarse de acuerdo a su ubicación como cercos laterales o bien como cercos centrales.
Un cerco de púas, por otra parte, es una barrera de extensión y altura variable que se aprovecha para proteger y delimitar un predio o terreno, así como también para dar seguridad en áreas próximas a una piscina. Se trata de un cerco perimetral que puede, o no, estar electrificado cuando divide una propiedad privada de la vía pública. Los cercos premoldeados, en tanto, son una opción que se tiene en cuenta como medianera, mientras que los cercos realizados con troncos son alternativas rústicas que embellecen un jardín y, al mismo tiempo, otorgan mayor privacidad al no permitir que se pueda observar para dentro de la vivienda. Otra posibilidad, muy elegida en especial para procesos de obras, es el uso de cercos metálicos que pueden, o no, ser desmontables.
El denominado Cerco del Dingo (también conocido como Cerco del Perro), asimismo, es una estructura construida durante 1885 en suelo australiano que tiene la particularidad de ser la valla de mayor longitud a escala mundial.