Con frecuencia empleamos el vocablo francés carnet (carné, según la interpretación en castellano reconocida por la Real Academia Española) para hacer referencia a un documento con el cual acreditamos nuestros datos personales (carnet de identidad, que puede ser electrónico o presentar otras características menos modernas) y a otras documentaciones similares que nos habilitan para ciertos trámites, actividades, etc.
Hoy, la idea es ofrecer desde esta nota detalles de interés sobre los usos y aplicaciones de esta palabra que también da nombre a una localidad francesa perteneciente al departamento de La Mancha.
El carnet de pasaje, por ejemplo, es una constancia aduanera de alcance internacional que se considera como una garantía del pago de aranceles cuando un vehículo no es re-exportado a su nación de origen.
El carnet de conducir, en tanto, es una licencia que le permite a alguien a estar al frente de un vehículo en la vía pública. Estas autorizaciones están regidas por normativas y leyes de cada país y deben gestionarse bajo condiciones específicas y renovarse cada cierta cantidad de tiempo.
Asimismo, los afiliados a una obra social deben presentar su carnet cada vez que necesitan hacer uso de un servicio de salud para acreditar su identidad, así como los socios de un club exhiben su carnet (donde, por ejemplo, figura la vigencia del documento teniendo en cuenta el pago de las cuotas correspondientes) para tener acceso a las instalaciones y actividades.
También las personas con alguna discapacidad poseen un carnet para acreditar su condición y tener, a partir de ello, beneficios y determinadas prestaciones a disposición.