Mucho se puede destacar en torno al concepto de capacidad. Esta palabra, con origen latino, sirve para realzar la propiedad de un objeto que le permite, de forma limitada, contener algo en su interior; para aludir al talento y buen desempeño de alguien en el desarrollo de una cierta tarea y, en el campo de la Física, para hacer referencia a una magnitud asociada al volumen.
También se aprovecha en el ámbito del Derecho, donde se reconocen categorías como la capacidad jurídica (una aptitud enmarcada en las leyes que convierte a las personas en sujetos con obligaciones y derechos) y la capacidad de obrar (condición que permite a un individuo hacer uso de un derecho y cumplir una obligación).
De profundizar nuestros conocimientos en el tema, descubriremos asimismo que el término está presente en Matemática (capacidad analítica), en Electrónica (capacidad eléctrica), en Deportes (capacidades aeróbicas y capacidades anaeróbicas), en Teoría de la Información (capacidad de un canal) y en Medicina (capacidad pulmonar, capacidad vital, capacidad residual funcional, capacidad inspiratoria, capacidad craneal, etc), por proponer otras posibilidades a modo de referencia.
Y si ampliamos los límites para comprobar el alcance de este vocablo y sus aplicaciones, entonces aparecerán como alternativas a tener en cuenta las capacidades dinámicas (relacionadas a las fortalezas de una empresa), las capacidades diferentes (o discapacidades), las capacidades de absorción de radicales de oxígeno (técnica que permite medir la capacidad antioxidante de una muestra biológica in vitro) y las capacidades interculturales (aquellas que le permiten a alguien vincularse a individuos con otra cultura), por señalar algunas más.