Numerosas interpretaciones posee el concepto de azulejo. Si bien la acepción más común relaciona el término con las piezas decorativas que se utilizan para revestir las paredes de distintos ambientes del hogar, el vocablo también puede aprovecharse para describir a un tipo de caballo, para identificar a un ave y para bautizar a diferentes clases de plantas.
Cuando pensamos en los azulejos como materiales empleados en el rubro de la construcción, es usual que manifestemos interés y curiosidad por saber cuáles son las alternativas que tenemos a disposición. Conocer y recordar sus variedades nos puede ser útil al momento de planificar la renovación de una cocina o de un baño.
El mercado nos ofrece un amplio número de propuestas que varían de acuerdo al origen, el diseño, el tamaño, la forma y la técnica propia de cada azulejo.
Hay quienes, por ejemplo, tienen predilección por el azulejo hispano-morisco también conocido como mudéjar. Se trata de una categoría que identifica a una técnica antigua impulsada en la Península Ibérica por los moros.
En otros contextos, se aprovecha el azulejo alicatado (llamado así porque surgen del uso del alicate, instrumento que permite cortar cerámicas con distintas formas y tamaños para crear diseños geométricos).
También se ha puesto en práctica a lo largo de la Historia la técnica de la cuerda seca para desarrollar azulejos con diseños segmentados y conseguir efectos como el de la cerámica andalusí.
Si buscamos otras alternativas, podremos descubrir las particularidades de los azulejos de técnica arista, los azulejos producidos con mayólica y de los azulejos semi-industriales, por enumerar otros.