Los profesionales de la salud incluyen dentro del concepto de autismo a un amplio espectro de trastornos que afectan diversos aspectos de la vida del sujeto. Se lo puede abordar como un síndrome que se manifiesta por la imposibilidad de interactuar a nivel afectivo y verbal con diferentes individuos o bien como un síntoma de orden esquizofrénico basado en hacer referencias sistemáticas al propio individuo respecto a los acontecimientos que lo rodean.

Existen, de acuerdo a los expertos, varias categorías para encuadrar estas patologías asociadas al autismo. Hay casos de incapacidades referidas a la expresión no verbal y a la interacción con el medio que, por no estar acompañados de otras evidencias del desorden habitual, se diagnostican como autismos atípicos. En ocasiones, este cuadro está vinculado a un cierto grado de retraso mental.

De buscar otras clasificaciones que ayuden a comprender mejor las interpretaciones médicas, podremos aprender cuándo se hace alusión, por ejemplo, al autismo de alto funcionamiento. Según se advierte al indagar sobre el tema, se trata de una expresión informal que abarca a los pacientes con autismo que reflejan mayores capacidades respecto a otros con sus mismas condiciones.

El autismo tipo Asperger, en cambio, nuclea a múltiples trastornos de conducta y dificultades mentales que repercuten de modo negativo en la interacción social y llevan a repetir conductas. Este diagnóstico difiere del de autismo infantil temprano ya que, en los casos de pacientes con Asperger, no hay en ellos retrasos en la evolución de las habilidades del lenguaje y se advierte una conservación general del nivel de inteligencia.