Se describe como amortiguador a todo objeto que tiene la capacidad de amortiguar, es decir, de atenuar y disminuir la intensidad de algo. Claro que su uso más común guarda relación con los vehículos, ya que los amortiguadores son dispositivos que absorben y debilitan una fuerza producto, por ejemplo, de un choque.

Las bicicletas, por apuntar un caso, poseen amortiguadores con plataforma estable que equilibran las oscilaciones generadas al pedalear. En motos, automóviles y aviones, en cambio, hay amortiguadores que varían en su forma, tamaño y tecnología. Son parte del sistema de suspensión de los mencionados transportes, estructura donde se produce energía cinética que, ya convertida en energía térmica, se gasta mediante el aceite.

Se puede, en este contexto, distinguir a grandes rasgos entre amortiguadores convencionales y amortiguadores especiales. Hay que tener en cuenta, además, que se pueden conseguir amortiguadores semi-reforzados, amortiguadores reforzados, amortiguadores ensanchados y amortiguadores extra-reforzados, así como amortiguadores hidráulicos, amortiguadores con nitrógeno, amortiguadores con cámara adicional de aire (propios de los coches blindados), amortiguadores monotubo y amortiguadores load leveler, entre otros que se fabrican para satisfacer diferentes necesidades.

Si buscamos más precisiones sobre las variedades existentes en materia de amortiguadores, encontraremos también la alternativa de los amortiguadores magneto-reológicos, donde se emplea un líquido de viscosidad variable según se requiera en cada caso.

En edificios de gran altura o bien en vehículos especialmente preparados para competir, en cambio, se valora la opción de los amortiguadores de masa, capaces de absorber vibraciones a partir del balanceo de un contrapeso dispuesto de manera colgante.