Es interesante repasar la historia de las locomotoras y comprobar cómo han ido evolucionando estas máquinas que arrastran vagones de tren a lo largo de los años. Quienes deseen saber más sobre ellas, no dejen de leer los párrafos siguientes.

La primera locomotora a vapor, según se cuenta fue desarrollada en 1804 por el ingeniero e inventor inglés Richard Trevithick. Las primeras estuvieron reservadas para líneas férreas de minas de carbón. Cuando se crearon locomotoras de vapor capaces de avanzar por carreteras y caminos sin depender de rieles, estas máquinas comenzaron a ser llamadas locomóviles. A medida que fue mejorando la tecnología, se fueron modernizando las características de las locomotoras de vapor. Tampoco se puede pasar por alto que la locomotora de vapor que posee al menos una unidad motriz capaz de moverse independientemente del cuerpo principal recibe el nombre de locomotora articulada: hay en este marco locomotoras mayores y locomotoras con engranajes.

Hacia 1950 se introdujeron las locomotoras diesel (las cuales pueden tener transmisión hidráulica o eléctrica), mientras que a fines del siglo XIX hicieron su aparición las locomotoras eléctricas.

Cuando se hace alusión a la locomotora de maniobras, en tanto, se alude a un vehículo ferroviario pequeño que no se utiliza para movilizar trenes a grandes distancias sino para realizar trayectos cortos o trasladar vagones que se destinarán a otras locomotoras, entre otras alternativas.

Al comparar estas máquinas es posible determinar por ejemplo que las locomotoras antiguas poseen interconexiones eléctricas, mientras que en las más novedosas hay interconexiones de tipo electrónico. Siempre, de todos modos, se trabaja con una interconexión neumática a fin de garantizar la seguridad del sistema de frenado.