Cuando uno analiza todos los significados y usos del concepto de ironía puede llegar a sorprenderse por los múltiples alcances e interpretaciones de esta palabra que, en líneas generales, alude a una burla disimulada. Como figura literaria, además, sirve para dar a entender algo muy diferente a lo que se ha escrito o dicho.

En la práctica es posible diferenciar varias clases de ironía, entre las que aparece por ejemplo la ironía socrática, tal como se conoce a la fórmula propuesta por Sócrates en su método dialéctico basado en cuestionamientos sencillos relacionados al tema en el cual se considera sabio a alguien.

De querer incrementar la intensidad de una circunstancia dramática en el desarrollo de una tragedia, por otra parte, el autor tiene la posibilidad de apelar a la ironía trágica. Esta herramienta ha sido muy aprovechada, por ejemplo, en los dramas surgidos en la Antigua Grecia.

Más allá de las alternativas descriptas líneas arriba hay que destacar además las particularidades de la ironía verbal (estructura donde es usual que se comparen hechos o situaciones del pasado y del presente para evidenciar curiosos y absurdos cambios a lo largo del tiempo), la ironía romana (propia de conversaciones retóricas y discursos públicos para usar vocablos contrarios al mensaje que se buscaba dar) y la ironía cómica (para exponer paradojas que marquen de modo muy notorio la incongruencia entre las expectativas que genera algo y lo que en verdad termina sucediendo), por señalar otras categorías que le aportan diversidad a la idea de ironía.