Si hacemos foco en la comunicación y analizamos todas las herramientas y estructuras que tenemos a disposición cada vez que queremos transmitir un mensaje, no tardaremos en advertir la existencia de los géneros discursivos.

De acuerdo a la teoría, los géneros discursivos nos permiten llevar a cabo un objetivo comunicativo específico a partir de la organización determinada de la información y del empleo de una misma clase de recursos lingüísticos. Hay en ellos un tema, una estructura, un estilo y una función.

Desde la perspectiva del filósofo del lenguaje y crítico literario Mijaíl Bajtín los géneros discursivos pueden segmentarse en múltiples categorías.

Es posible distinguir, por ejemplo, a los géneros simples, conformados por enunciados propios de comunicaciones cotidianas, cercanas e inmediatas. En este conjunto se ubican las conversaciones informales de carácter familiar, los saludos y las cartas afectuosas.

Ya cuando se habla de género discursivo primario tenemos la posibilidad de centrar la atención en cómo se modifican ellos cuando son parte de un género discursivo complejo, perdiendo su vínculo inmediato con la realidad para transformarse en un recurso artístico.

Cabe destacar al respecto que los géneros discursivos complejos, también conocidos con las denominaciones de secundarios o extremantes, surgen a partir de la agrupación de géneros primarios. En la práctica, señala Bajtín, se pueden reconocer como géneros discursivos complejos a los artículos periodísticos, a las investigaciones científicas, a las tesis, a los contenidos de libros y enciclopedias y a las novelas, por indicar algunos ejemplos. Los llamados géneros precomplejos, en tanto, se desarrollan de manera oral y se caracterizan por expresarse con cierto énfasis.