Al leer un cuento o novela, o bien a la hora de elegir una película para disfrutar, la mayoría de las personas anhela un final feliz para la historia, pero las cosas no siempre terminan bien. Además, la idea de final se utiliza en diversos contextos para marcar el cierre de una etapa o proceso, por eso resulta interesante investigar y aprender todas las posibilidades de uso que ofrece este vocablo.
El último tramo de una carrera o desafío, por ejemplo, se conoce como recta final, mientras que se define como punto final al signo que marca el término de un texto y al cierre de una discusión o problema. Los jugadores de ajedrez, en tanto, identifican como final a la tercera etapa de la partida en la cual se aproxima la resolución del reto, después de superar tanto la apertura como el medio juego.
Los amantes del deporte, por su parte, cuando hacen alusión a una final se refieren al partido que marca el cierre de un torneo o competencia y que es necesario para que un equipo o persona se consagre campeón. Para los estudiantes, en cambio, un final es un examen que deben rendir para dar por cerradas ciertas materias a lo largo de una cursada.
Si retomamos su aplicación en contenidos artísticos y los asociamos asimismo con sucesos que pueden ocurrir de manera real, además de finales felices hallamos finales inesperados, finales tristes, finales previsibles, finales abiertos (el rumbo de los hechos queda en el campo de las conjeturas porque todo puede suceder) y finales cerrados (el desenlace es concreto y no hay espacio para suposiciones).