Debemos abrir un diccionario para conocer o recordar cada una de las definiciones que se aceptan para el concepto de diligencia pero saber de todo un poco para poder estar al tanto de las variedades y categorías que amplían el alcance de este vocablo derivado del latín.
Quienes se especializan en Derecho, por señalar una posibilidad, hacen alusión a las diligencias procesales para describir a un tipo de acta. Hay, en este marco, diligencias de ordenación (para impulsar el procedimiento de manera formal), diligencias de ejecución (que, a su vez, se subdivide según sus contenidos y motivaciones en diligencias de requerimiento, diligencias de embargo, diligencias de lanzamiento y diligencias de deslinde), diligencias de comunicación (se pueden segmentar, de acuerdo a las características que presenten, en diligencias de citación, diligencias de notificación y diligencias de emplazamiento) y diligencias de instrucción (son elaboradas en el periodo de instrucción de una causa penal, relacionadas a la inspección ocular, al levantamiento del cadáver, etc).
Distinta es la interpretación de este término por parte de los cristianos, quienes desde la fe encuentran a la diligencia como una virtud que permite combatir la pereza. Se debe tener diligencia con Dios para asumir compromisos y cumplirlos, pero también con uno mismo y con los demás, para mantener un espíritu activo y entusiasta.
En otros tiempos, por otra parte, la idea de diligencia identificaba a un medio de transporte basado en un carruaje arrastrado por caballos y dividido en tres compartimentos.
También es común relacionar a dicha noción como sinónimo de trámite, y entonces clasificarlos de acuerdo al tema a resolver, por ejemplo: diligencias laborales, diligencias personales, etc.