El concepto de cutis suele asociarse a la piel, en especial a la que se encuentra en el rostro humano. Algunos hombres y gran parte de las mujeres suelen proteger y cuidar el aspecto de la zona facial con productos cosméticos que retrasan la aparición de arrugas y humectan el cuerpo.

Cuando en la cara se advierte un exceso de grasa y una apariencia brillosa que resulta aceitosa al tacto, se hace alusión al cutis graso. Más allá de que este cuadro es habitual en adolescentes a raíz de las alteraciones hormonales, a toda edad se puede tener cutis graso por no descansar bien, padecer estrés y ansiedad y no adoptar hábitos alimenticios saludables.

Otros individuos, por su parte, luchan a diario con tratamientos y tips (se suelen tener en cuenta las exfoliaciones, las mascarillas hidratantes, etc) que les permitan mejorar el estado de su cutis áspero, donde la piel se ve seca, descamada y poco saludable.

También es frecuente el caso de gente con cutis mixto, es decir, que posee en su rostro partes grasas y otras zonas resecas. Para controlar el exceso de grasa y lograr una piel suave, radiante, lisa y luminosa hay que mantener la zona bien hidratada, tonificada y equilibrada para quitar las células y neutralizar los brillos.

De no existir en la piel del rostro imperfecciones (manchas, acné, cicatrices) y lucir humectada, vital y fresca, en cambio, adquiere relevancia la expresión “cutis de porcelana”, un privilegio que muy poca gente consigue disfrutar pero que es resultado de una vida sana y dedicación al cuidado del cuerpo.