Los acontecimientos fatídicos que generan un desastre con consecuencias que pueden abarcar desde pérdidas materiales hasta muertes se consideran catástrofes.

Hay muchas razones y contextos en los cuales se producen este tipo de cuadros, por eso es importante saber las características de cada uno a fin de clasificarlos de manera apropiada.

Las catástrofes naturales, por ejemplo, son aquellas que se desencadenan como consecuencia de la intensidad de un fenómeno de la naturaleza. Pueden ser movimientos sísmicos que provoquen avalanchas, volcanes en erupción, huracanes que destruyan todo a su paso, inundaciones surgidas por lluvias excesivas, etc.

Las catástrofes aéreas, en tanto, se desencadenan por incidentes que involucran a alguna aeronave, que puede colisionar en tierra o estrellarse en vuelo. Los motivos por los cuales puede producirse este episodio son muchos: errores humanos, fallas mecánicas, atentados, etc.

De buscar más posibilidades, podremos hacer foco en las particularidades de las catástrofes sociales, eventos que evidencian daños (temporales o permanentes) a nivel cultural dentro de una civilización. En otras palabras, son colapsos a los que se llega por efectos medioambientales (deterioros de monumentos por terremotos, inundaciones, etc) o por desastres que afectan a la población (hambrunas, pandemias, guerras), entre otras causas.

El conjunto que engloba a las catástrofes nucleares, por su parte, abarca desastres generados por explosiones de bombas atómicas o de una central nuclear, una fuga de materiales radiactivos, un accidente nuclear o bien una guerra nuclear. A raíz de estos eventos con consecuencias considerables, las áreas perjudicadas evidencian un gran nivel de contaminación, razón por la cual se aconseja despoblar la zona para que las personas y animales no queden expuestos a esas circunstancias.