Según de qué clase de crema hablemos, podemos señalar que la usamos en todo el cuerpo para humectar y suavizar la piel; que la reservamos para alguna comida si la condimentamos o la preparamos con azúcar para algún postre; que es la tonalidad de un objeto o que se trata de un producto para evitar los nudos en el cabello y facilitar el peinado. Como resulta evidente, existen numerosos tipos de crema.
Hay tortas y bocados dulces que, por ejemplo, llevan crema pastelera, mientras que otras exquisiteces quedan mejor con crema chantilly. La crema catalana, por su parte, es una opción que solía disfrutarse en época de Fiestas en Cataluña pero, en la actualidad, tiene éxito durante todo el año en diversos rincones del mundo. La denominada crema bávara es otra alternativa a tener en cuenta entre los apasionados por la pastelería. Además de estas propuestas, los golosos tienen a su disposición variedades de cremas heladas y otras tantas de cremas saladas (como la sopa crema y la crema de champiñones, por enumerar algunas).
Entre las cremas no aptas para el consumo humano aparecen las antimicóticas (para combatir diferentes clases de hongos), las humectantes (para mejorar el aspecto de la piel), las solares (cremas que protegen la piel de los rayos solares perjudiciales en distintos niveles según el factor de cada protector o bloqueador) y las cremas para afeitar (productos que mejoran las superficies a afeitar y abren los poros).
Distinto es el uso de esta palabra entendida como un color: “Me compré un saco color crema”, “Para esta época del año prefiero tonalidades claras y accesorios en la gama del crema”.