La vida ideal sería estar en completa armonía y que el paso por este mundo transcurra en paz absoluta durante toda la existencia de cada ser pero, lamentablemente, existen los conflictos.

Los problemas, discusiones y diferencias aparecen a lo largo de nuestra vida por múltiples razones. Algunas veces somos nosotros los generadores de conflictos; otras, enfrentamos situaciones problemáticas por cuestiones que no podemos dominar.

Cuando, por ejemplo, dentro del ámbito laboral los empleados se enfrentan a quienes los contratan por desacuerdos graves entre las partes se hace alusión a un conflicto colectivo. En una pareja, en tanto, pueden surgir conflictos maritales por malos entendidos (cuando por ejemplo malinterpreta un comentario del cónyuge), discusiones cotidianas (“¡Te pedí mil veces que no dejes la ropa sucia tirada en el piso!”), tensiones (“¿Quién es ese tal Luis que te envía tantos mensajes de texto?”) o crisis (que pueden estar desencadenadas por dificultades financieras, la aparición de una tercera persona, etc).

De mencionar la existencia de un conflicto bélico, en cambio, se querrá informar sobre el desencadenamiento de una guerra, así como un conflicto étnico describe a los enfrentamientos que involucran a dos o más partes integradas por minorías de distinta cultura, creencias religiosas, raza, etc. Cuando los problemas envuelven a partes de distintos géneros, entonces se trata de un conflicto sexual.

Claro que hay otras posibilidades, como se advierte al prestar atención a las particularidades de los conflictos profesionales, los conflictos con uno mismo, los conflictos familiares, los conflictos de nacionalidad, los conflictos universitarios y los conflictos territoriales, por indicar algunos a modo de referencia.