Las ciudades, por lo general, suelen segmentarse en zonas con características determinadas conocidas como barrios. Cada barrio, donde se nuclea una gran cantidad de gente, acostumbra tener una identidad propia y rasgos distintivos que permiten diferenciarlo frente al resto.

El poder adquisitivo de sus pobladores, el tipo de construcción predominante y el lugar de desarrollo son variables que se tienen en cuenta al momento de categorizar a un barrio.

Los distritos en los cuales no abundan los edificios, por indicar una posibilidad, reciben la denominación de barrios de casas bajas, mientras que los que exhiben construcciones precarias y no se desarrollan en territorios apropiados para una vida digna son señalados como barrios humildes o barrios carenciados.

Cuando no se advierten en los alrededores fábricas ni actividad industrial, asimismo, se hace alusión a los barrios residenciales, mientras que las urbanizaciones habitadas por individuos de un buen pasar económico protegidas por rejas o muros para minimizar el riesgo a ser víctima de un hecho de inseguridad se identifican como barrios cerrados. En relación al tema de la seguridad, hay que decir que ningún barrio es cien por ciento seguro pero, aún así, es posible determinar la existencia de barrios más o menos peligrosos que otros según el índice de delitos y episodios violentos que se registren en ellos.

De estar cerca de los sitios de mayor actividad comercial y social, por otra parte, se presentará al barrio como central o céntrico, así como los que se ubican más lejos se denominan barrios periféricos.

Otras clasificaciones que suelen emplearse para identificar qué clase de vecinos, qué zona geográfica ocupa o qué tipo de actividad es preponderante en cada núcleo urbano: barrio rojo, barrio chino, barrio porteño, barrio universitario, barrio histórico, barrio de relevancia turística, etc.