La agricultura se asocia tanto al arte de cultivar la tierra como al sector primario que se encarga de desarrollar esta tarea. Como son varias las actividades relacionadas a este campo y existen numerosas formas de beneficiarse de ella, quienes se dedican al estudio de la agricultura la han fragmentado en múltiples categorías.
Producto de este análisis, pues, han surgido numerosos tipos de agricultura. Una de ellas es la denominada agricultura de secano, la cual sólo contempla la nutrición del suelo a partir de lluvias y aguas subterráneas. Por el contrario, la agricultura de regadío requiere que el agricultor aporte el agua para los cultivos.
También existe la agricultura de subsistencia (aquella que no contempla excedentes de producción para comercializar sino que persigue únicamente el fin de cubrir las necesidades del agricultor y su familia), así como la agricultura industrial (la cual exige una mayor inversión porque está enfocada a la producción de grandes cantidades para ofrecerlas al mercado).
De acuerdo a otros parámetros de evaluación, esta actividad puede ser entendida asimismo como una agricultura de carácter intensivo (aquella que provoca un mayor desgaste de la superficie ya que pretende una producción considerable en espacios acotados) o de perfil extensivo (con beneficios comerciales menores que los que genera la intensiva pero sin dañar demasiado al entorno implicado en la actividad), además de ofrecer la posibilidad de calificarla en función de los métodos empleados y objetivos buscados como una agricultura tradicional, industrial, ecológica (categoría que contempla opciones como la de la agricultura biodinámica) o natural.