La sangre impulsada por la actividad del músculo cardíaco circula por nuestro organismo y llega a cada rincón de nuestro cuerpo a través de vasos sanguíneos. Tal vez para el lector común resulte algo confusa esta expresión o no alcance para que se pueda comprender qué es y cómo es esta estructura que habita en nuestro interior, por eso en esta ocasión detallaremos las categorías que se reconocen dentro de este conjunto.
Según se advierte al consultar bibliografía especializada o al hablar con un médico, el ser humano posee tres clases de vasos sanguíneos.
Uno de los grupos está compuesto por las arterias, tal como se conoce a los conductos que nacen en un ventrículo y se encargan de distribuir sangre oxigenad por todo el cuerpo. Hay arterias elásticas (como la carótida y la aorta), arterias musculares (como lo son las arterias coronarias) y arteriolas (con un rol fundamental en relación a la presión arterial).
Las venas constituyen otro tipo de vaso sanguíneo. En este caso, son estructuras que permiten que la sangre circule desde los capilares hasta el corazón. Por ellas, con excepción de las venas pulmonares, se transportan desechos metabólicos, dióxido de carbono y sangre sin oxigenar. De acuerdo a los expertos, se trata de vasos de capacidad elevada donde se acumula cerca del 70 por ciento del volumen total de sangre.
Por último es posible mencionar como parte del conjunto de los vasos sanguíneos a los capilares, unas estructuras de diámetro pequeño que pueden segmentarse, a su vez, en capilares venosos (transporta sangre desoxigenada en dirección al corazón a través de vénulas) y capilares arteriales (distribuye el material sanguíneo oxigenado entre órganos y tejidos).