En distintas partes del mundo podemos encontrar túneles, tanto en zonas urbanas como en áreas rurales. Se trata de construcciones desarrolladas para permitir el paso subterráneo de elementos, vehículos, animales y/o personas que, según las particularidades que presenten, pueden enmarcarse en distintas categorías.
Un túnel aerodinámico (también conocido como túnel de viento), por ejemplo, se construye para realizar ensayos de náutica, automovilismo o de aviación, por mencionar algunas posibilidades. Estas estructuras pueden, a su vez, catalogarse como abiertas o cerradas según cómo sea la circulación de aire dentro de ellas, o como hipersónicas, transónicas, supersónicas o subsónicas en relación a la velocidad. Distintos son los casos de los túneles trasandinos, los túneles por donde pasan los ferrocarriles, los túneles subfluviales y los túneles hidráulicos.
Para los expertos en Informática, en cambio, la noción alude al acto de aplicar un protocolo de red sobre otro protocolo, mientras que los especialistas en Electromagnetismo y Mecánica Cuántica aprovechan el concepto para hacer referencia a “efecto túnel”, una expresión que describe cómo una partícula puede atravesar una barrera de potencial más grande que el nivel de energía cinética que posee la partícula.
De analizar otras aplicaciones del término, advertiremos que existen otras clases de túneles, como el que en el campo de la Electrónica se destaca por ser un diodo semiconductor donde se evidencia el efecto túnel.
En un buque, por otra parte, se puede reconocer como túnel del eje porta hélice a una parte o compartimento donde se localiza la estructura que permite el movimiento de la hélice. En el plano de la Medicina, asimismo, es usual la expresión “túnel carpiano”, la cual refiere a una zona de las manos donde hay ligamentos, hueso, nervios y tendones.