El concepto de tubérculo (palabra que se origina en un vocablo del latín) está presente en los campos de la Zoología, la Botánica y la Medicina. Hoy, a fin de ayudarlos a ampliar sus conocimientos generales, vamos a hacer foco en distintas categorías que dan cuenta de la amplitud y diversidad que, en la práctica, posee este término.

Los médicos, por ejemplo, han incorporado la noción y la aplican en expresiones propias de su lenguaje profesional, como ocurre con los casos de “tubérculo articular”, “tubérculo de Morgagni”, “tubérculo de Lister”, “tubérculo faringeo”, “tubérculo anterior del atlas”, “tubérculo carotídeo”, “tubérculo de Darwin”, “tubérculo menor del húmero”, “tubérculo cuadrigémino” y “tubérculo supraglenoideo”, por mencionar algunos ejemplos.

Los expertos en Botánica, en cambio, analizan los tubérculos radicales, los tubérculos hidropónicos, los tubérculos tropicales y los tubérculos comestibles (como lo son la papa, la mandioca, la malanga, la jícama, el melloco – también conocido con el nombre de olluco, muy consumido en Perú – y la batata, por incluir algunos alimentos a modo de referencia). Quienes se dedican al estudio de los animales, por su parte, pueden distinguir en los peces, por describir una posibilidad puntual, a los denominados tubérculos nupciales o tubérculos reproductores.

Como se deduce al repasar la teoría, a la hora de emplear la idea de tubérculo es fundamental el contexto para saber cuándo se alude a la porción subterránea de tallos o raíces; a ciertos puntos localizados en distintas regiones del cuerpo humano o a las protuberancias que se reconocen al examinar el organismo de un animal.