Se conoce como transferencia o transmisión de calor al proceso por el cual la energía térmica pasa de un elemento con temperatura elevada a otro que tiene algunos o varios grados menos. El intercambio de energía térmica entre dos cuerpos se produce para lograr un equilibrio en materia de temperatura.

La transmisión de calor se consigue por medio de diferentes procedimientos, donde incluso puede llegar a producirse la transferencia de fotones.

Es posible, por ejemplo, generar transmisión de calor a través de la conducción. En este marco hay un contacto directo entre las partes involucradas pero no se registran intercambios de materia: sólo se consigue que el cuerpo más caliente le transmita calor a uno que está más frío.

Otra opción es apelar a la convección, es decir, aprovechar un fluido (que puede presentarse en estado gaseoso o ser un líquido) para distribuir calor en áreas con temperaturas distintas. Así ocurre, por ejemplo, cuando calentamos un recipiente con agua, ya que el fluido lleva calor tanto a la parte inferior como al resto de la olla o vasija contenedora.

Asimismo, es posible trabajar con la transmisión de calor a partir de la radiación. En este caso, entra en juego la configuración atómica o la estructura electrónica de las moléculas. De acuerdo a la información teórica, la transmisión neta de calor surge por radiación entre un par de superficies con niveles térmicos distintos en ausencia de un medio. Esto se debe a que toda superficie con temperatura limitada irradia energía bajo la modalidad de ondas electromagnéticas.