Al dominar el arte de la escritura podemos generar una gran cantidad de herramientas basadas en información escrita. Datos sobre diversas clases de textos ya hemos ofrecido en otras oportunidades, pero este conjunto es tan diverso que aún quedan categorías por abordar al respecto.
Hoy, a fin de complementar los artículos anteriores, haremos foco en las particularidades de los denominados textos funcionales. Se trata de un grupo basado en escritos con finalidad apelativa que satisfacen una necesidad informativa puntual: mediante esta forma de comunicación se gana tiempo y se delimita la intención del emisor en cada caso debido a que el receptor recibe indicaciones o datos de modo directo y con un lenguaje fácil de entender.
De acuerdo a la clasificación que los expertos en cuestiones lingüísticas contemplan en este contexto, en este conjunto aparecen como alternativas los textos funcionales de tipo personal (desarrollados en correos electrónicos, en el armado de un currículum vitae, en anotaciones informales, donde se le da prioridad a la información concreta para conseguir una reacción activa por parte de quien recibe el texto), los textos funcionales de índole escolar (con finalidad didáctica, como los apuntes que toman los estudiantes, los resúmenes, los cuadros sinópticos, etc) y los textos funcionales de relevancia laboral y/o social. En este último segmento se agrupan las notificaciones propias del ámbito del trabajo, así como también textos orientados a la gestión de trámites personales, tareas administrativas, etc. Las fichas de ingreso, las solicitudes, los oficios y los memorandos son parte de los instrumentos que se catalogan como textos funcionales laborales y sociales.