Es habitual que, al pensar en construirse un hogar, alguien haga alusión al terreno que adquirió o que planea comprar para tal fin. Claro que, en la vida cotidiana, también se aprovecha ese mismo término para describir otras cuestiones, por eso resulta interesante descubrir o recordar los alcances de esta idea y tener presente las múltiples clases de terreno que existen.
Frente a la posibilidad de edificar o de llevar a cabo una actividad productiva, se valoran alternativas como los terrenos en venta y los terrenos en alquiler, ya sea en entornos rurales o en zonas urbanas.
El mundo deportivo, en cambio, ha adoptado la noción para mencionar a la superficie donde se disputa un partido. En este sentido, no se puede dejar de resaltar las referencias que suelen hacer los comentaristas, periodistas deportivos o relatores de fútbol al “terreno de juego”.
Al evaluar la condición, estado y particularidad de una porción de tierra cercana a un arroyo, lago o río, por otra parte, adquiere relevancia la expresión “terreno inundable”. En función de la variable que vuelva a dicho espacio propenso a las inundaciones, se puede hablar de terrenos inundables naturales o de terrenos inundables por intervención humana.
Más allá de estos usos puntuales, la idea de terreno aparece en ocasiones como sinónimo de cuestión, área, espacio, posición o asunto. Por ejemplo: “La moneda local gana terreno frente a la divisa norteamericana”, “Prefiero no ahondar en ese terreno para evitar polémicas”, “El capitán se encargó de allanar el terreno para facilitar la llegada de la estrella brasileña al equipo”.
Otras categorías que reflejan la amplitud de esta palabra: terrenos ganados al mar, terrenos de transición, terreno público, terrenos abonados, terrenos agarrados, terreno de honor, terreno franco, terreno negativo, terreno positivo, terrenos municipales, terrenos usurpados, terrenos expropiados.