No sólo se conoce como tapón a los elementos que se colocan en aberturas de botellas o en el desagote de una pileta para evitar que los líquidos salgan: también se define así al cúmulo de cerumen que puede provocar trastornos de audición y a un embotellamiento vehicular.
De consultar el diccionario de la Real Academia Española (RAE) y profundizar en el conocimiento de esta noción, advertiremos también que esta idea se utiliza además en Radiotecnia (donde los tapones sirven para absorber o erradicar la señal de una frecuencia específica), en el ámbito deportivo (en básquet, por ejemplo, un tapón es una jugada que busca impedir que el equipo contrario realice un tanto), en Química (para aislar fluidos o contener gases dentro de recipientes sellados) y en Medicina (en este marco, los tapones se arman con algodón para proteger algún orificio corporal o mantener presionada una herida para impedir pérdidas importantes de sangre).
A partir de estos datos, es posible advertir la existencia de numerosos tipos de tapones. Quienes suelen ir a piletas y hacen natación, por mencionar un caso puntual, deben tener muy presente las características de los tapones para los oídos, mientras que los jugadores de fútbol (y los fanáticos de este deporte) están acostumbrados a relacionar la noción con los botines. Las embarazadas, por su parte, se familiarizan con la idea de “tapón mucoso” porque el desprendimiento de esta estructura anuncia el inminente comienzo del trabajo de parto.
Otros productos que le aportan diversidad al concepto: tapones infantiles para bañeras (con diseños coloridos, apariencia de animales, etc), tapones relacionados a la energía eléctrica.