Si uno investiga el significado de sublimación, no tardará en llegar hasta la idea de sublimar, una palabra derivada del vocablo latino sublimāre que los expertos en Física utilizan para describir el fenómeno que transforma a un elemento sólido en vapor. Ya en líneas más generales, la noción se aprovecha para describir la acción de engrandecer, ampliar, enaltecer o poner en relevancia.

Cuando se modifica el estado sólido de un material y se obtiene un estado gaseoso sin necesidad de atravesar la fase líquida, se habla de sublimación progresiva. Por el contrario, la sublimación regresiva es aquella que evidencia el procedimiento inverso, es decir, un elemento pasa directamente de estar en estado gaseoso a sólido.

Claro que, al recopilar mayor información vinculada a este término, es posible advertir que sus aplicaciones no se limitan a la Física. El austríaco Sigmund Freud, a quien se menciona como padre del psicoanálisis, adoptó el concepto de sublimación para individualizar con ese nombre a uno de los procesos que se desprenden del profundo impulso humano conocido como pulsión y que desemboca en el reemplazo del objetivo sexual original por otra meta que podría calificarse como asexuada.

Lejos de estas interpretaciones, aparece además la alternativa relacionada a las impresiones sobre diversos materiales que se hace posible gracias a las impresoras de sublimación, tal como se conoce a los equipos que transfieren tinta a una cierta superficie (por lo general, telas) a partir de la aplicación de calor. Con esta herramienta tecnológica, señalan aquellos que la utilizan, se arriba a resultados profesionales de alta calidad.