Cuando alguien alude al concepto de subasta busca hacer referencia a un procedimiento basado en la comercialización pública de diversos productos o bienes regulada por una autoridad, quien adjudica el elemento subastado al mejor postor.

El mecanismo de las subastas, por lo general, es el siguiente: se parte de una base económica puntual que se va mejorando a partir de las ofertas realizadas por los interesados y se concluye cuando nadie propone un monto mayor. Quien haga la mejor propuesta económica, gana la subasta en cuestión.

Más allá de esta explicación, resulta importante tener presente que no existe una única clase de subasta sino diversas modalidades que varían en torno al funcionamiento y las reglas de cada una de estas ventas organizadas.

Para aprender cómo es y en qué consiste cada subasta no es necesario utilizar vocabularios técnicos, aunque para tener mayores precisiones sí se requieren conocimientos avanzados y mayor profundidad en la información. En esta ocasión, por lo tanto, abordaremos el tema del modo más sencillo posible para que todos puedan comprender estas cuestiones.

Se suele hablar, por ejemplo, de subastas en sobre cerrado (se oferta en una única oportunidad y pueden catalogarse como de primer precio si quien se lo adjudica abona el dinero ofrecido o como de segundo precio si éste paga la oferta del segundo postor) y de subastas dinámicas. En este caso, los participantes pueden mejorar cada oferta hasta que nadie supere su monto (subasta americana), superar los precios de reserva y adjudicarse la subasta cuando nadie supere la oferta de uno (subasta ascendente o inglesa) o aceptar precios que, en etapas, baja el organizador (subasta descendente u holandesa).

También aparecen como alternativas las subastas Round Robin (generalmente aplicada en caso de subastar inmuebles), la subasta a la baja (o subasta inversa) y la subasta por céntimos (medida por un reloj).