Una sorpresa es todo aquello pensado para sorprender o generar asombro en alguien. La idea de organizar y dar sorpresas, por lo general, tiene como fin alegrar a una o más personas, aunque existen casos en los cuales las sorpresas resultan desagradables o provocan reacciones negativas.

Una fiesta sorpresa, por citar un caso en particular, se organiza a espaldas de un homenajeado/a con complicidad de familiares y amigos que se ponen de acuerdo para celebrar un cumpleaños, graduación, etc. sin que el o la protagonista lo sepa con anticipación. Hay golosinas, por otra parte, que esconden sorpresas en su interior o dentro de sus envases (como sucede con los huevos de chocolate con pequeños juguetes adentro, las bolsas de chupetines que se acompañan con algún personaje de plástico, los caramelos que sorprenden al generar un efecto de “explosión” dentro de la boca, etc).

También hay sorpresas en el marco de un casamiento, tanto para los flamantes esposos como para los invitados (un show musical para sorprender a la novia, souvenirs poco convencionales para los asistentes a la boda), así como sorpresas que da la vida en materia de vínculos. Esta última clase de sorpresa puede ser positiva (“Me llevé una linda sorpresa al conocerte más en profunidad”) o negativa (“¡Qué desagradable sorpresa descubrir tu falsedad!”).

Otro modo de catalogar a las sorpresas guarda relación con el contenido y la forma de concretarse. Así, entonces, podemos distinguir a las sorpresas materiales (una flor, un libro, una prenda de vestir) frente a otras sorpresas más simbólicas (que alguien llegue de sorpresa, sorprenderse al recibir una noticia inesperada, etc).