En la vida cotidiana se suele asociar la idea de sermón a un regaño o reprimenda (“Por la travesura, su padre le dio un sermón”, “No me vengas con sermones: ya entendí y pedí disculpas por mi error”), pero este concepto tiene un alcance amplio y contempla, por lo tanto, otras acepciones.
En el ámbito religioso, por ejemplo, un sermón es el discurso que ofrece el sacerdote para predicar y enseñar buenas doctrinas a los fieles. En este marco, hay quienes establecen categorías en función del contenido de cada oración, dando lugar entonces a las clasificaciones de sermones dogmáticos (si giran en torno a algún dogma); sermones místicos (vinculados a la espiritualidad), sermones parenéticos (exhortaciones asociadas a la moral) y de sermones ascéticos (centrados en prácticas de carácter religioso). Asimismo, es usual que se recuerde el “Sermón del Monte” (impartido por Jesús, de acuerdo al Evangelio según San Mateo, ante sus discípulos y numerosos fieles) o se hable de sermones temáticos (exposiciones centradas en un asunto bíblico en particular haciendo alusión a las enseñanzas volcadas en el Libro Sagrado sobre dicha cuestión).
De buscar mayores precisiones acerca del uso general y específico de esta noción, también adquirirán relevancia expresiones como las de “sermón de tabla” (un discurso considerado parte de las obligaciones), “Sermón funerario y oración” (título de una antigua obra húngara que surgió entre 1192 y 1195) y “Sermón de las Siete Palabras” (evento que transcurre durante la Semana Santa de Valladolid en la Plaza Mayor, impulsado por la Cofradía de las Siete Palabras), por mencionar algunas a modo de referencia.