Aquellos que tienen fe y profesan una cierta religión señalan como santos a ciertos hombres y mujeres que, según su Iglesia, merecen ser reconocidos como tales por su elevado poder ético y moral y sus vínculos con alguna divinidad. En este marco, se puede hablar de santos laicos, santos bíblicos, santos patronos, santos cristianos y santos auxiliadores, por citar algunas referencias.

Asimismo, en la vida cotidiana se puede describir como santo (o su versión en femenino) a individuos de proceder correcto, buenos, amables y libres de toda culpa. Por ejemplo: “Mi marido es un santo: trabaja, cocina, me ayuda con los chicos…”, “Esa mujer es una santa, no sé por qué la acusan injustamente”.

La noción, tal como se deduce de la práctica, también es parte de expresiones como “santo de pajares” (dicho en relación a alguien cuya condición de santo despierta sospechas), “santo mocarro” (nombre de un juego basado en manchar la cara del participante que se ría), “santo sudario” (denominación que identifica al lienzo o manta que cubrió a Cristo cuando fue bajado de la Cruz), “santo varón” (frase que resalta las cualidades de un hombre bondadoso, sencillo y humilde), “santo de cara” (frase utilizada para hacer referencia a la buena suerte) y “santo de espaldas” (al contrario que la anterior, simboliza la mala fortuna o suerte negativa). Resulta interesante mencionar además que su versión en plural y en masculino (es decir, Santos), se utiliza para identificar a un municipio brasileño situado en el Estado de Sao Paulo.