Un rumiante es un ser vivo que tiene la capacidad de rumiar, es decir, de realizar dos veces el proceso de masticación del alimento que ingiere, deposita en un espacio especial y vuelve a su boca para continuar la trituración.

Según los expertos en Zoología, se trata de un conjunto de mamíferos artiodáctilos cuyo estómago está segmentado en dos pares de cavidades, no tienen dientes incisivos en la mandíbula superior y se nutren con vegetales. Dentro de este grupo aparecen, entre otras especies, los ciervos, los camellos, las cabras, las llamas y los toros.

Al analizar estas poblaciones se pueden advertir particularidades que las vuelven interesantes y encuadrar a cada especie en una categoría diferente en función de sus características y valor. Por citar un caso en particular: los ovinos y los caprinos están considerados como rumiantes menores y son muy valiosos para el hombre debido a su leche y a su carne, dos productos aptos para el consumo que, a su vez, permiten impulsar la economía. Otros detalles a tener en cuenta sobre ellos: no requieren un volumen de agua considerable, tienen capacidad para seleccionar la vegetación más nutritiva y contribuyen a restaurar el equilibrio medioambiental ya que nutren los suelos a partir de sus desechos y adaptan su dieta de acuerdo a los recursos disponibles.

Asimismo, es posible establecer diferencias entre los rumiantes domésticos y los rumiantes salvajes. Entre los exponentes del primero de estos grupos aparecen las ovejas y las vacas, mientras que el conjunto de los rumiantes salvajes nuclea a ejemplares de antílopes, ciervos y bisontes, entre muchos otros.