Los elementos que, tras ser llenados de un cierto líquido, permiten rociar una superficie y de este modo humedecerla con diferentes fines, se conocen como rociadores.
En un jardín o espacio de dimensiones importantes donde haya césped, plantas o cultivos, por ejemplo, se puede emplear el sistema de riego por goteo, un tipo de rociador eficaz que no necesariamente requiere la presencia de un individuo debido a que puede distribuir el agua de modo automático. Para humedecer prendas de vestir o aplicar un producto sobre una pared para quitar manchas o combatir la humedad, en cambio, los rociadores manuales de tamaño pequeño y fáciles de cargar y manipular aparecen como la opción más económica y apropiada.
Más compleja es la alternativa de los rociadores automáticos para extinguir incendios, un tipo de dispositivo que entra en funcionamiento al detectar humo o un incremento térmico relacionado con la presencia de fuego. Hoy en día, existen en el mercado múltiples versiones de estos equipos, las cuales varían en relación al caudal de agua que es capaz de expulsar cada rociador, a cómo distribuyen el chorro, a su alcance, a su diseño, a su velocidad de activación, al nivel de temperatura que lo hace reaccionar, etc.
Además de los mencionados líneas arriba, resulta interesante resaltar la posibilidad de adquirir y utilizar, de acuerdo a las circunstancias, un rociador industrial; un rociador hogareño para pintar; un rociador a presión; un rociador aspirado para espuma; un rociador confeccionado en plástico o bien uno fabricado en metal, por citar otras opciones.