Los ferrocarriles, durante el recorrido que realizan sin importar si trasladan pasajeros o mercadería, se desplazan por estructuras que se conocen con el nombre de riel. Se trata, de acuerdo a las definiciones incluidas en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), de carriles que conforman el trayecto de una vía y de pequeñas barras paralelas que se confeccionan con metal en bruto.
Claro que el uso de esta palabra no se limita a estructuras relacionadas a los trenes (las cuales, a su vez, pueden dividirse como rieles ligeros y rieles pesados en base a las características que presenten y al uso que se les dé) ni al mecanismo que permite mover cajones, puertas, toldos, armarios y ciertas ventanas (como ocurre con los rieles verticales, rieles extensibles y los rieles flexibles, entre otros que se comercializan hoy en día): en suelo camboyano este término identifica a la unidad monetaria de la región, aunque, según se cuenta, se trata de una de las monedas que menos valor tiene a nivel mundial. Los billetes de mayor valor (de 50 mil y de 100 mil rieles), además, no son de circulación frecuente.
De igual modo, es posible hallar rieles para pesca, rieles de ascensores (o elevadores), rieles de fijación para instalaciones de carácter eléctrico, rieles para telones, rieles de suspensión, rieles de seguridad, rieles para la práctica de skateboard y rieles de equilibrio para el desarrollo de actividades aeróbicas, entre otros productos que, por la denominación que poseen, confirman que esta noción se adapta a numerosos ámbitos y ofrece soluciones para múltiples propósitos.