El acto y la consecuencia de rasguear (tal como se conoce a la acción de hacer sonar un instrumento musical rozando con los dedos más de una cuerda al mismo tiempo) se conoce como rasgueo. Se trata de una práctica muy antigua que nació en el seno de la música folclórica y que, con el paso de los años, se ha ido potenciando y perfeccionando con técnicas adaptadas al género, a las posibilidades del ejecutor y al efecto buscado.
Por lo general, esta noción se asocia a las guitarras pero, aún así, es posible distinguir entre varias formas de realizar estos rasgueos. A continuación, entonces, una breve descripción de las múltiples variantes existentes a la hora de rasguear un instrumento para conseguir un determinado acorde o adaptarse a un estilo musical específico.
En primer lugar, es posible reconocer rasgueos simples y otros más complejos. Los primeros (como el caso de los tres golpes que la mayoría trabaja en cuatro tiempos y que se concretan haciendo uso del pulgar y el dedo medio en distintas posiciones) son recomendables para quienes recién comienzan a tocar la guitarra, mientras que los más avanzados permiten a los guitarristas con experiencia ofrecer un resultado más profesional y elaborado.
Asimismo, existen rasgueos específicos para acompañar a un cantor de tangos, rasgueos para malambo, rasgueos ideales para las chacareras, rasgueos de zambas y otros que, por sus características, combinan a la perfección con el género de la cumbia. De igual modo, es posible encontrar rasgueos adaptados a instrumentos de cuerda que no sean las guitarras, como ocurre con el ukelele, el laúd y el charango, por mencionar algunos.