Con origen en el vocablo latino rabĭes, la palabra ‘rabia’ se utiliza tanto para identificar a una enfermedad que un animal infectado puede transmitir al morder a otro ejemplar (sea de su misma especie o no) como así también para hacer referencia a la bronca, el enojo o a la impotencia que puede llegar a experimentar alguien (Ejemplos de este último significado: “El chofer se olvidó de ir a buscarme y llegué tarde, ¡tengo una rabia!”, “¡Qué rabia, ya se agotaron las entradas para el espectáculo que quería ver!”).

Claro que, de buscar información sobre los alcances de este término, también se podrá saber que la noción da nombre a una localidad perteneciente al municipio español de Comillas (ubicado en la comunidad autónoma de Cantabria) y que, al mismo tiempo, tiene relevancia dentro del mundo del séptimo arte por ser el título de películas dirigidas por cineastas como David Cronenberg y Sebastián Cordero. Cabe resaltar además que, a fines de la década del ’70, fue bautizada en español como “Rabia” la obra que marcó el debut de Stephen King como novelista.

De hacer foco sólo en la enfermedad, en cambio, uno conocerá más en detalle las variantes de este mal producido por un virus. En este marco, adquiere relevancia por ejemplo la rabia paresiante, una dolencia de carácter epidémico y consecuencias fatales que surge por el mismo virus que ataca a felinos y a caninos pero que puede afectar a
ejemplares de las familias de los porcinos, los equinos y los ovinos.