Un pliegue es un doblez, especie de surco o desigualdad que se puede generar en telas y materiales flexibles de modo artificial (por ejemplo, para decorar una prenda o hacerla más vistosa), aunque también existen pliegues naturales que pueden alterar las formas de las rocas sedimentarias.
Esta última clase de pliegues está sometida a diversas clasificaciones que los agrupan en base a sus características más sobresalientes. Si se trata de pliegues analizados de acuerdo a la disposición y antigüedad de sus capas, por citar una clasificación posible, las opciones varían entre pliegues anticlinales (pliegue convexo con dirección hacia arriba siempre que su posición no haya sido invertida por factores tectónicos) y pliegues sinclinales (pliegue cóncavo).
En cambio, su apariencia da lugar a las denominaciones de antiforme (que a su vez pertenecen al grupo anticlinal) y sinforme (de tipo sinclinal), mientras que su génesis da origen a pliegues de primera generación y de sucesivas generaciones.
Asimismo, el estudio de su simetría permite encuadrarlos en el grupo de simétricos y asimétricos según corresponda, así como la inclinación del plano axial determina su carácter recto, inclinado o recumbente.
Cabe resaltar que, más allá de los mencionados, existen pliegues isópacos y anisópacos, y pliegues isoclinales, apretados y suaves. Además, resulta interesante tener en cuenta que los pliegues suelen asociarse entre sí y conforman conjuntos que pueden ser de tipo isoclinorio (si los ejes de cada pliegue son paralelos), anticlinorio (si los ejes convergen por debajo de los pliegues) o sinclinorio (cuando los ejes convergen por encima del pliegue).