Un pincel es un instrumento compuesto por un mango largo y delgado (que puede ser de madera o metal) que en uno de sus extremos posee un manojo de pelos o cerdas que permiten pintar sobre distintas superficies.
Como esta herramienta no se utiliza para un único trabajo, existen en el mercado diversas clases de pinceles a fin de satisfacer las expectativas de todo aquel que necesite un pincel específico.
Gracias a la amplia variedad disponible, hoy en día no sólo se puede optar entre pinceles de pelos determinados (hay de ardilla, de lobo, de cabra, de filamentos selectos, etc.) sino también entre pinceles de formas concretas.
Hay, por citar algunos, pinceles de tamponado (brocha redonda de pelo áspero), pinceles de abanico (ideales para difuminar el pastel y el carbón), pinceles lengua de gato (para grandes superficies), paletinas, pinceles planos, pinceles de punta redonda (recomendados para trabajos finos y que requieren remarcar detalles), pinceles abombados (opción que posee su borde arqueado) y pinceles de sumi-e (de estilo asiático, muy parecidos a los que se utilizan para las acuarelas).
Cabe aclarar que, de requerir uno para, por ejemplo, pintar empanadas o colorear con huevo una tarta, se deberá comprar un pincel doméstico apto para tareas relacionadas a la gastronomía. En cambio, si la idea es aprovecharlos para aplicar maquillaje sobre el rostro, habrá que conseguir pinceles chatos, pinceles abanico, pinceles medianos, otros finitos y hasta algunos de punta irregular para poder lograr resultados similares a los que ofrecen los maquilladores profesionales.