Se conoce como pesticida al producto químico que permite combatir, repeler y erradicar plagas de todo tipo. Como no todas las sustancias son eficaces para la misma clase de organismos dañinos, existen en el mercado diferentes variedades de pesticidas (a menudo nombrados también como plaguicidas).
Hay, por ejemplo, pesticidas de uso ambiental (aprovechados para desinfectar y garantizar la limpieza de espacios tanto públicos como privados) y otros especialmente elaborados para el ámbito ganadero (empleados en campos donde hay animales), así como es posible hallar además pesticidas de uso fitosanitario (reservados para lugares donde crecen o se manipulan vegetales) y plaguicidas de resultados eficaces y preparados específicamente para su aplicación en sitios relacionados a la industria alimenticia. Pesticidas para higiene personal y los plaguicidas de uso doméstico son otras de las alternativas que diversifican a esta clase de productos para combatir microbios, insectos y cualquier otra plaga.
De analizarlos por su poder de acción, en cambio, los podemos catalogar como herbicidas, fungicidas, insecticidas, bactericidas y desinfectantes, mientras que por su formato o tipo de presentación es posible presentarlos como pesticidas en aerosol, comercializados como gas licuado, en polvo, líquidos y sólidos.
Asimismo, se los puede identificar en base a sus componentes químicos (y hablar entonces de pesticidas organometálicos, organoclorados, carbamatos, arsenicales y piretroides, entre otros) y a su nivel de toxicidad o capacidad de daño (de peligrosidad baja; tóxicos; nocivos y extremadamente tóxicos). Al respecto, resulta importante recordar que, si bien no todos los plaguicidas son venenosos, la mayoría resultan perjudiciales ya sea cuando una persona o mascota inhala, ingiere o entra en contacto con el contenido.