Aunque cada uno de nosotros es único y posee sus propias particularidades, todos los integrantes de la raza humana somos definidos, a nivel general, como personas.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), este vocablo que procede del latín sirve como sinónimo de individuo pero también adquiere significados específicos en el ámbito del Derecho, de la Gramática, de la Religión y de la Filosofía. Por esa razón, en esta oportunidad describiremos las distintas clases de personas que pueden identificarse sin necesidad de conocer los rasgos corporales, las capacidades mentales, el temperamento o la condición social de un ser humano (puntos que podrían servir para hablar de personas simpáticas, personas obesas, personas discapacitadas, personas humildes, buenas o malas personas, personas torpes, personas de tez blanca, personas solidarias, personas con antecedentes penales, etc.).
Los expertos en cuestiones relacionadas a las leyes, por ejemplo, suelen apelar a conceptos como persona física o persona jurídica para distinguir a los hombres y mujeres de las corporaciones, sociedades o cualquier organización que agrupe a más de dos individuos. En cambio, a nivel lingüístico se suele hacer alusión a las personas gramaticales que se segmentan en primera, segunda o en tercera persona según cómo el emisor estructure el mensaje.
En otros contextos, se puede hablar también de personas de referencia (tal como se conoce a los modelos armados como promedio de una población para poder comparar a hombres, mujeres y niños con el referente en cuestión) o de personas ‘non gratas’ (definición que refiere a los individuos que, por alguna razón de peso, son rechazados dentro de una nación, ciudad o lugar).