Toda sustancia que permite que dos o más objetos se peguen y queden adheridos entre sí se denomina pegamento. Este producto, de gran utilidad en la vida cotidiana porque permite fijar a una superficie en particular desde adornos para el hogar hasta documentación comercial importante a nivel laboral.
Hoy en día, existe una gran variedad de pegamentos (también conocidos con el nombre de adhesivo), los cuales pueden diferenciarse en función de los materiales que los formen, según el estado y el modo en el cual sean comercializados, y de acuerdo a la finalidad que posean.
En el circuito comercial es habitual, por lo tanto, encontrar pegamentos sintéticos (compuestos por polímeros que derivan del petróleo), pegamentos de base vegetal (como sucede, por ejemplo, con las colas de almidón y otros adhesivos provenientes del maíz o la fécula de papa) y productos adhesivos de procedencia animal (como las colas de caseína y los pegamentos de gelatina). Todos estos elementos, además, pueden conseguirse en versión sólida (en barra o en polvo) o en versión líquida (combinados con agua o disolventes).
Por otra parte, es posible hacer uso de pegamentos industriales (muy empleados al encuadernar libros, confeccionar papeles autoadhesivos, etiquetar botellas y armar cajas de cartón), pegamentos profesionales (destinados, por lo general, a la construcción) y pegamentos para uso estudiantil o doméstico (los adhesivos más comunes).
Resulta interesante mencionar, por último, que también es posible diferenciar a los pegamentos reactivos a nivel químico de los adhesivos que resultan sensibles a la presión o a aquellos que trabajan por evaporación o bien a través de fusión por calor.