El concepto de miopía se utiliza para describir a un defecto frecuente de la visión que puede solucionarse con gafas, lentes de contacto o, incluso, con cirugía. En este marco, los rayos luminosos que proceden de objetos que se ubican a escasa distancia del ojo hacen foco en un punto que antecede a la retina. A raíz de este problema, quienes lo padecen ven disminuida su agudeza visual y pueden llegar a experimentar, entre otros síntomas, incomodidad al tratar de enfocar la vista, irritación ocular, estrabismo y dolores de cabeza.

/>Según los expertos en el tema, hay varias formas de clasificar a este defecto en función de su origen y evolución. De suponer una graduación que no supera las cinco o seis dioptrías y deja de avanzar cuando el individuo alcanza un promedio de 25 años de vida, por señalar un caso concreto, se la define como miopía simple, mientras que la miopía progresiva (también conocida como magna o patológica) supone una graduación mayor a seis dioptrías con eventuales complicaciones que agravan el cuadro.

Más allá de estas interpretaciones, existen en la práctica expresiones que aprovechan la noción para otras finalidades. Así ocurre, por ejemplo, con la llamada miopía del marketing, una idea impulsada por el profesor y economista Theodore Levitt para describir la decisión de algunas compañías de poner el foco en mejorar sus productos y servicios pero pierden de vista las necesidades del cliente, definiendo así el mercado de referencia en torno al producto exclusivamente. Al respecto, en 1960 apareció en Harvard Business Review un artículo de su autoría bautizado como “Marketing Myopia” (traducido al español como “Miopía de mercadotecnia”).