La idea de liberalismo, según se advierte al buscar la definición de este término en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), hace alusión tanto a la actitud que invita a vivir con tolerancia y libertad como así también a la doctrina política basada en el predominio de la libertad que limita el alcance del Estado y de los poderes públicos en relación a la vida social, cultural y económica.
Al investigar las aplicaciones e interpretaciones que ha tenido este concepto a lo largo de la Historia, encontramos por ejemplo que se conoció como liberalismo doctrinario a una corriente política que, en el siglo XIX, impulsaba la combinación del principio monárquico con aspectos de la democracia como fórmula para poder garantizar la libertad. Es interesante resaltar además que, para esa misma época, en territorio europeo surgió una corriente de pensamiento liberal que se popularizó con el nombre de liberalismo social y que tuvo el objetivo de contraponerse a los movimientos de carácter socialista nacidos en la Revolución Industrial y dar respuesta al enfoque individualista propio del liberalismo clásico (o primer liberalismo), al cual modifica permitiendo que el Estado pueda intervenir en materia social. El liberalismo social podría ser señalado, según quienes se especializan en el tema, como el antepasado más antiguo del liberalismo progresista.
En el periodo de la Ilustración, por otra parte, ganó terreno la doctrina de raíz económica bautizada como liberalismo económico, la cual buscó una intromisión mínima por parte del Estado en las finanzas del siglo XIX.