Gracias a la existencia de los árboles el ser humano puede, por ejemplo, conseguir leña. Esta madera que se obtiene de los troncos, al ser cortada y fragmentada en trozos, se destina a la alimentación de ciertas cocinas, chimeneas y estufas para poder cocinar o calefaccionar algo con ellas.
Hay muchas clasificaciones para distinguir a este producto según sus condiciones, orígenes y particularidades, por eso a continuación describiremos algunas de las categorías más comunes a modo informativo.
Cuando puede ser cortada del árbol en el momento, por ejemplo, se la cataloga como leña viva, pero si se recolectan pedazos secos que han caído de los árboles se hace alusión a la leña muerta, también conocida como leña rodada. En el caso de ser producida por las rozas, en tanto, recibe la denominación de leña rocera.
A la hora de adquirir leña es importante saber además que hay disponibilidad de leñas blandas (de baja calidad y corta vida útil, como la de pino), leñas semiduras (de eucalipto, por ejemplo) y leñas duras (de calidad superior, como la del roble), cada una de las cuales tiene características que la vuelven más o menos conveniente en función del presupuesto, la utilidad que se le dará y la durabilidad buscada.
En territorio uruguayo, así como en suelo argentino, por otra parte, se suele bautizar como leña de vaca al estiércol seco de ese animal que se aprovecha como combustible, así como es leña de oveja el estiércol seco generado por las ovejas que resulta útil para iniciar un fuego.