Cuando uno piensa en labios, inmediatamente se representa en su mente una boca femenina, tal vez pintada de rojo furioso o con un brillo para realzar su belleza. En la práctica, de todos modos, esta palabra engloba mucho más que este símbolo de sensualidad que nos permite besar a nuestros seres queridos.
Las mujeres, según se advierte al revisar su anatomía, poseen labios vaginales que recubren la vulva. Estos pliegues que se ubican en la parte externa de la zona genital se conocen como labios mayores, mientras que los más próximos a la vagina se identifican como labios menores.
También es interesante saber que nuestra boca queda cerrada cuando se juntan sus dos bordes: el labio inferior y el labio superior. Al observar la forma de los labios juntos es posible comprobar que ninguno es igual a otro: algunas personas tienen labios más delgados y finos que otras, las cuales se caracterizan por tener pliegues más carnosos y llamativos.
Ciertos individuos, por otra parte, sufren un defecto de carácter congénito conocido como labio leporino, un cuadro que se observa a simple vista por una separación o hendidura en el labio superior, además de acompañarse muchas veces por una fisura palatina o el paladar hendido.
Más allá de cómo se clasifican los labios desde la teoría, en la vida cotidiana se pueden tener en cuenta otras categorías y expresiones inspiradas en ellos gracias al arte, ya que por ejemplo hay una película argentina bautizada como “Labios de churrasco”, Maná lanzó hace tiempo un sencillo denominado “Labios compartidos” y Luis Miguel interpreta un tema conocido como “Labios de miel”.