Se conoce como glúcido al hidrato de carbono. Se trata de una biomolécula que se compone por carbono, oxígeno e hidrógeno y que es fundamental que garantizar la energía estructural e inmediata de los seres vivos.
Al profundizar en este tema, es posible diferenciar múltiples clases de glúcidos, que se agrupan en distintos conjuntos de acuerdo a las particularidades que presenten y a su nivel de complejidad.
Los más sencillos son los llamados monosacáridos, que están considerados como el combustible principal para las actividades metabólicas. Constan de una única molécula, con un grupo carbonilo en uno de sus átomos de carbono y grupos hidroxilo en los demás. Otro dato a tener en cuenta es que no se los puede hidrolizar a glúcidos de menor tamaño. La familia de los monosacáridos, a su vez, se subdivide en aldosas, cetonas y cetosas, así como también en triosas, tetrosas, pentosas, hexosas, etc.
Los disacáridos, en tanto, son glúcidos compuestos por un par de moléculas de monosacáridos que, al ser hidrolizados, generan dos monosacáridos libres. La maltosa, la lactosa y la sacarosa son algunos de los disacáridos más conocidos a nivel general.
Más compleja es la conformación de los oligosacáridos, cuya cantidad de monosacáridos determina si se los considera como disacárido, tetrasacárido, pentasacárido, etc. De manera frecuente se los halla unidos a proteínas dando lugar a glucoproteínas.
Los polisacáridos, por su parte, tienen al menos una decena de monosacáridos y son un tipo especial de polímero biológico.
Cabe resaltar por último que, de acuerdo a las funciones que faciliten, se puede diferenciar por ejemplo a los glúcidos estructurales de los glúcidos energéticos.