Cuando algo se fija o se advierte a nivel general el acto de fijar una determinada cosa o idea, se produce una fijación. En el campo de la Química, en tanto, este concepto se utiliza para describir el estado de reposo en el cual queda una materia tras ser agitada y movida en el marco de un procedimiento químico. Desde la visión del psicoanálisis, por otra parte, esta noción refiere al lazo o vínculo de la líbido respecto a representaciones psíquicas de un objeto o a un ser vivo.
De centrar la atención en los aportes de Sigmund Freud, experto austríaco al cual se señala como el padre del psicoanálisis, podremos saber o recordar que se identifica como fijación oral a la fase inicial de la sexualidad, donde la evolución libidinosa comienza a desarrollarse en torno a la boca.
Claro que, más allá de esta categoría, es posible distinguir otras clases de fijaciones. Para analizar los canales iónicos, por ejemplo, en un laboratorio puede emplearse la técnica conocida como fijación de membranas, siendo la fijación de voltaje una alternativa para conservar el potencial de membrana constante en una célula en registro.
A nivel económico, por otra parte, se reconoce como fijación de precios a la estrategia que le permite a una empresa alcanzar sus objetivos de marketing y posicionamiento de un producto o marca para que pueda resultar rentable y generar un buen volumen de venta.
Distinto es el caso de la fijación de nitrógeno, un proceso que puede llegar a desencadenarse en la biosfera de modo abiótico (es decir, sin que intervenga un ser vivo en el fenómeno) o transformarse en una fijación biológica si se involucra algún microorganismo. Frente a esta última posibilidad mencionada se reconocen además la fijación simbiótica de nitrógeno en leguminosas y la fijación de nitrógeno en no leguminosas.