Para sostener y respaldar el funcionamiento de una empresa o corporación donde interactúa y trabaja mucha gente es fundamental contar con una estructura organizacional que ayude a planificar objetivos, a repartir cargos o puestos en busca del mejor rendimiento posible y a llevar adelante una buena gestión de recursos de manera eficiente y ordenada.

Esta clase de estructura, según las particularidades que presente, puede enmarcarse en diferentes categorías.

Al buscar precisiones al respecto, es posible encontrar una estructura organizativa formal y una estructura organizativa informal. La primera es más burocrática, gira en torno a vínculos y a responsabilidades señalados tras decisiones meditadas de parte de los directivos de la compañía y supone más coordinación y divisiones laborales específicas donde cada uno tiene una tarea o función concreta, mientras que la segunda nace de manera espontánea y abarca relaciones surgidas de la actividad laboral que no se definen de modo explícito.

Hay una tercera categoría, identificada como estructura organizacional real, que describe el panorama concreto de toda empresa, donde el funcionamiento es resultado de la combinación de una estructura con elementos formales e informales.

Es importante tener presente que la estructura organizacional es más o menos compleja de acuerdo al tamaño, al rubro y a los recursos (financieros, tecnológicos, etc) que tenga cada empresa. Una firma familiar dedicada a la fabricación de objetos de decoración, por indicar una posibilidad, tendrá una estructura organizacional más simple respecto a la estructura organizacional compleja que requiere una multinacional del sector industrial para planificar sus actividades y cumplir sus metas.