Suele decirse que “cada familia es un mundo” porque en cada hogar existen reglas, hábitos, códigos y modos de vincularse únicos, especialmente adaptados a las necesidades, preferencias y estilos de vida de cada grupo.
Hay, en este marco, dinámicas familiares, es decir, interacciones y roles entre familiares, que inciden en la organización, estructura y desarrollo de cada clan de acuerdo a sus particularidades, ya que se reconocen tanto familias nucleares como monoparentales, ensambladas, extensas, etc.
Al observar casos de estudio a modo de referencia se advierte la existencia de dinámicas familiares funcionales (las más comunes) así como dinámicas familiares intermedias y dinámicas familiares disfuncionales.
Por supuesto, existen múltiples factores que repercuten y determinan la configuración de cada familia, no solamente por la cantidad de integrantes sino también por la situación económica, las funciones y actividades de cada integrante, etc. La dinámica familiar de una madre soltera con varios hijos a cargo, por ejemplo, no es la misma que posee un matrimonio bien constituido con un descendiente. Tampoco la dinámica familiar es igual en un hogar de escasos recursos donde el hombre de la casa sale a trabajar y la mujer cuida a los niños que en una familia de clase alta que contrata empleados para colaborar en las tareas del hogar y el cuidado de los hijos.
De manera simultánea, es posible catalogar este parámetro de acuerdo al alcance de las interacciones. Hay, por lo tanto, dinámicas familiares internas (centradas en el núcleo familiar y los vínculos e interacciones entre parientes) y dinámicas familiares externas (basadas en la relación que cada integrante de la familia desarrolla con la sociedad y en cómo la comunidad influye, para bien o para mal, dentro del hogar).